RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIA – UNA ESTRATEGIA DE GANAR/GANAR

Desde ya hace un tiempo que la Responsabilidad Social Empresaria ha emergido como una prioridad ineludible para muchas organizaciones en nuestro país y en el mundo, y se ha hecho bastante por mejorar las consecuencias sociales y medioambientales de sus actividades, pero estos esfuerzos, están lejos de ser todo lo productivos que podrían.

Es que existe una disociación generalizada entre los enfoques predominantes de RSE y las estrategias de las empresas, lo que frenan a estas de beneficiar en mayor medida a la sociedad. Si las empresas analizaran sus alternativas de RSE de la misma manera en que orientan sus decisiones de negocios, descubrirían que esto puede ser mucho más que un costo, una limitación, o un acto de beneficencia; puede ser una fuente de oportunidades, innovación y ventaja competitiva.

A medida que la sociedad y otros actores comenzaron a presionar a las empresas para que trabajen sobre el impacto de sus actividades, estás últimas comenzaron a responder, pero no de forma estratégica u operativa, sino de forma cosmética, con campañas y reportes lejanos a la realidad empresaria, que rara vez ofrecen un marco coherente para las actividades de RSE, y mucho menos un marco estratégico. 

Bajo diferentes argumentos (obligación moral, sustentabilidad, licencia para operar, o reputación), las organizaciones trabajar de forma superficial para contentar a estos actores que ejercen presión, también conocidos como “stakeholders”, pero todo esto enfocados en la tensión entre empresa y sociedad, más bien que en su interdependencia. 

De esta manera, las empresas no pueden satisfactoriamente identificar, priorizar y abordar los problemas sociales más importantes o aquellos sobre los que puede tener el máximo impacto, perdiendo el poder de crear beneficios y tomar acciones que apoyen tanto a sus comunidades como a sus metas de negocios. 

Para promover la RSE, debemos fundarla en una comprensión amplia de la interrelación entre la sociedad y la empresa, al tiempo que la anclamos en las estrategias y actividades específicas de esta última. 

Como bien menciona Porter en su artículo[1]“Las corporaciones exitosas necesitan de una sociedad sana. La educación, los servicios de salud, y la igualdad de oportunidades son esenciales para una fuerza laboral productiva. La seguridad en los productos y en las condiciones de trabajo no sólo atrae clientes sino también reduce los costos internos de accidentes. La utilización eficiente de tierra, agua, energía y otros recursos naturales hace más productivas a las empresas. El buen gobierno, el imperio de la ley y los derechos de propiedad son esenciales para la eficiencia y la innovación. Los fuertes estándares de regulación protegen del abuso tanto a los consumidores como a las empresas competitivas. En última instancia, una sociedad sana crea una demanda creciente para la empresa, al satisfacerse más necesidades humanas y crecer las aspiraciones. Cualquier negocio que persiga sus fines a expensas de la sociedad en la que opera descubrirá que su éxito es ilusorio y, en definitiva, temporal.

Al mismo tiempo, una sociedad sana necesita de empresas exitosas. Ningún programa social puede competir con el sector de negocios a la hora de crear trabajos, riqueza e innovación que mejore los niveles de vida a través del tiempo. Si los gobiernos, las ONG y otros participantes en la sociedad civil debilitan la capacidad de las empresas para operar productivamente, pueden ganar batallas pero perderán la guerra, al degradarse la competitividad corporativa y regional, estancarse los sa- larios, desaparecer los trabajos y evaporarse la riqueza que paga impuestos y respalda las contribuciones sin fines de lucro.”

Es por esto que la interdependencia entre las empresas y la sociedad implica que las decisiones de negocios y políticas sociales deben seguir el principio de valor compartido. Es decir, las alternativas elegidas deben beneficiar a ambos lados, con el agregado de que, como mencionábamos anteriormente, estén ligadas a la estrategia corporativa de la organización, donde quienes toman las decisiones tengan claro y compartan una visión que incluya estas alternativas para lograr un crecimiento sustentable tanto de la empresa como de la sociedad en la que está inmersa. 


[1] PORTER, Michael E., KRAMER, Mark R. – “Estrategia y Sociedad” – Harvard Business Review – Diciembre 2006 – 14 Páginas.

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