PROTOCOLO EN LA EMPRESA FAMILIAR: CUANDO LO IMPORTANTE VENCE A LO URGENTE

Por Leonardo J. Glikin

¿Lo tomamos a Juan? No terminó el secundario pero es nuestro sobrino.

Mi tío Pedro está desde los primeros tiempos, ¿qué sueldo le pago?

Las mellizas nunca van a entrar en la empresa, ¿les damos dividendos o un salario?

Mi hermano menor quiere vender su parte pero ¿a quién no debería vendérsela?

Me siento bien, pero tampoco soy inmortal… ¿si me pasa algo, qué deben seguir en el negocio mi esposa y mis hijos?

Preguntas como estas son las que viene a responder el Protocolo Empresario-Familiar, cuya función es resguardar la integridad en la relación entre empresa y familia.

Protocolo, un punteo

¿Qué contempla el protocolo familiar? Si bien cada caso puede poner el foco en aspectos diferentes (en relación a su cultura, grado de madurez, expectativas) los contenidos generales abarcan:

1. La visión, la misión y los valores de la empresa y de la familia.

2. Los objetivos de mediano y largo plazo.

3. Criterios para incorporar familiares:

a. ¿Entran todos, por “portación de sangre”?

b. ¿O entran sólo si hay una vacante?

c. ¿O sólo entran aquellos que eligen los actuales propietarios?

d. ¿Cada hermano elige a un representante suyo para que se haga desde abajo?

e. ¿El destino es profesionalizar el 100%, y que los familiares sean sólo accionistas o inversores?

f. ¿Y los parientes políticos, entran o no?

4. Criterios de retribución: ¿se gana más por ser familiar? ¿o menos, porque de ellos se espera un sacrificio? ¿O ganan sueldos de mercado?

5. ¿Qué tratamiento reciben quienes no están en la empresa? ¿Se los ayuda en sus profesiones o emprendimientos?

6. ¿Qué tratamiento merecen las propuestas de negocios extra-empresa de un familiar? ¿Se las apoya a todas por igual?

7. Mecanismos para la compraventa de participaciones societarias, o para decidir la venta de la empresa, o una inversión muy importante.

8. Temas relativos al derecho hereditario y familiar (frente a las hipótesis de fallecimiento, incapacidad, divorcio, etc).

Los temas expuestos no son los únicos, pero sí los más significativos en la interrelación entre empresa y familia.

Un protocolo familiar suele ser fruto de intensos debates. Y a veces, en su desarrollo, se destapan conflictos que estaban disimulados. ¡Bienvenidos sean! Porque es la oportunidad de tratarlos en un ambiente contenido, sin que exploten de modo imprevisible en cualquier momento.

Porque un protocolo sólo va a ser exitoso si en él participan activamente distintos miembros de la familia: la solidez de los acuerdos se pondrá a prueba cuando los miembros de la siguiente generación se incorporan activamente.

Dicho esto, ¿para qué un protocolo?

Para evitar o resolver conflictos en la actual generación de propietarios.

Para planificar el retiro de los integrantes de la actual generación.

Para que la incorporación de la nueva generación a la empresa sea exitosa.

Para dejar claro el lugar de cada uno en un proceso de profesionalización de la empresa.

Para organizar el retiro de algún familiar clave (el fundador, el líder de la segunda generación, etc).

Muy lindo todo pero, ¿cómo se empieza?

El protocolo comienza con una etapa de diagnóstico. Allí, de modo confidencial, cada miembro de la familia interactúa con el consultor especializado, y tiene la oportunidad de dar su propia visión de la historia, del presente y del futuro que se imagina. A veces, en esta etapa, se logra identificar problemáticas que, tomadas a tiempo, evitan crisis graves en la empresa o en la familia. ¿Y cómo se sigue? En próximas columnas lo iremos develando. Continuará.

(*) Director de CAPS Consultores

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